Rodríguez es un populista mediocre, pero es un populista. En los cuatro años más agitados de la democracia española, curioso es que el líder de la oposición, Rajoy, haya sido el virtual presidente de España, defendiéndola, y el real presidente de la nación, Zapatero, haya sido su principal opositor y enemigo. La izquierda política sabe mejor que nadie que jugando sucio se pueden ganar las elecciones. Hablaríamos de juego, si no fuera porque han dejado al país en una situación pre-guerracivilista. El segundo e inmoderado debate ha sido una síntesis del primitivo discurso del jefe de Viza (Guerra de Irak), y sus formas y demagogia han vuelto a sellarse con el 11-M. Moral e intelectualmente, el de las cejas no vale un alfiler, pero puede ganar el día 9 si la farsa de los terroristas suicidas vuelve a calar en la gregaria sociedad ibérica.
España se debate ahora entre ser la admirada nación que tanta historia acumuló, o verse reducida a una Venezuela en el sur de la vieja Europa.
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Ha sido vergonzoso ver al Presidente de España hablar de Irak durante su turno sobre seguridad
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